La Fiscalía, el fiscal general y su equipo directivo hacen su trabajo en tiempo presente. Es la manera de preservar el país, de dar esperanza y de demostrar que la institucionalidad sí puede.

Por: Revista Semana

La Fiscalía General de la Nación le cumplió al país en el 2020. Seguridad rural y urbana, desmantelamiento de organizaciones delincuenciales, corrupción y la búsqueda de recursos criminales para la extinción de dominio. Esos ejes de acción, en una incesante articulación investigativa entre direcciones nacionales y seccionales en los territorios, permiten a la Fiscalía romper la criminalidad y producir los resultados esperados.
El año pasado, recibí la Fiscalía en un 52 por ciento de esclarecimiento en las muertes de los líderes sociales y terminamos el año en un 63 por ciento. En homicidios colectivos pasamos del 37 por ciento en el 2019 y logramos el 68,43 por ciento en el 2020. En feminicidios el esclarecimiento de la entidad era del 74 por ciento y cerramos el año en el 94 por ciento. Uno de los tópicos más importantes en esta Fiscalía es la de quitarles los bienes a los delincuentes, a sus testaferros y a sus familiares. Esto lleva a que la persecución de los bienes no se limite solamente al narcotráfico, sino a la corrupción. Por esa vía nos quedamos con 12 billones de pesos en bienes incautados.

Logramos confiscar 325 toneladas de estupefacientes. De eso, 185 toneladas son correspondientes a microtráfico en las ciudades. Frente a la corrupción hemos imputado a 40 alcaldes, 3 gobernadores, 2 concejales y 67 funcionarios de diferente orden por cuenta de la corrupción frente a los contratos del covid-19. También logramos 769 condenas y solicitamos 716 medidas de aseguramiento. A pesar del covid-19, la Fiscalía nunca declinó en sus competencias. Hicimos 706.427 audiencias, es decir, un promedio de 1.900 audiencias diarias; solicitamos 42.401 medidas de aseguramiento y logramos 42.857 condenas, afectando a 9.222 estructuras criminales. Datos contundentes.
Este año 2021, y luego de recorrer todos los departamentos del país y la gran mayoría de nuestras seccionales, las estrategias contra la delincuencia van a estar enfocadas en una ruptura de los corredores criminales regionales en el ámbito de una persecución geográfica. Estos corredores se pueden definir como los enlaces territoriales que utilizan los delincuentes para sus acciones delictivas.

Allí no hay jurisdicciones, hay uso de la geografía. Para ello, establecimos acciones compartidas con la Armada contra la criminalidad fluvial en ciénagas, ríos y océanos. En Guainía, Vaupés, Vichada, Guaviare, Chocó, Arauca, Cauca, Magdalena, Amazonas, Meta, Putumayo y Caquetá, los ríos son las vías por donde circula la vida, pero también la delincuencia.

El río Guaviare enlaza la frontera entre Caquetá y Meta, atraviesa Guaviare y se conecta con Guainía, pasando por su capital Inírida en la frontera con Venezuela donde convergen cuatro ríos, el Orinoco, Atabapo, Guaviare e Inírida. Del mismo río Guaviare, a través de pequeños ríos se llega al río Vaupés y a su capital Mitú. Esta misma historia se ve con el río Caquetá que se enlaza con el río Apaporis para salir a Brasil. Asimismo, el río Putumayo que bordea la frontera con Perú ingresa al departamento del Amazonas y sale hacia Brasil. Estos ríos son utilizados por los narcos para pasar narcóticos e insumos para el procesamiento de cocaína de un lugar a otro.

El objetivo es perseguir con itinerancia la criminalidad en esas zonas. Las ciénagas que envuelven los departamentos de Magdalena, Córdoba, Sucre y Bolívar convergen con el río Magdalena. Allí también habrá una estrategia de la Fiscalía. Varios de los corredores regionales criminales entre la serranía de San Lucas y el nudo de Paramillo que se disputan el Clan del Golfo y los Caparros entre el Bajo Cauca, el sur de Córdoba y la llegada de las rutas a la zona del Urabá antioqueño son comprendidas por los criminales como pasos geográficos y esquilmados por el Estado producto de esa tortuosa división del mapa político que no responde a lo que ocurre en la realidad.

En el océano Atlántico, en los ríos Atrato, Cauca y Nechí y en nuestro andén pacífico chocoano, vallecaucano, caucano y nariñense estarán nuestros fiscales itinerantes con la Armada. Estrategias terrestres también son utilizadas por la entidad en todos los departamentos del país con la Policía y Ejército. En las ciudades también estará enfocada nuestra acción para romper los círculos de inseguridad, microtráfico y narcotráfico que agobian a la ciudadanía.

No es solo el Código Penal y las normas procedimentales las que permiten perseguir delincuentes, sino la inteligencia y la comprensión de fenómenos criminales. Comprender el hábitat criminal geográfico asegura resultados. Por lo pronto, seguimos cumpliéndole a la gente no resolviendo inventarios judiciales de hace 20 años. La Fiscalía, el fiscal general y su equipo directivo hacen su trabajo en tiempo presente. Es la manera de preservar el país, de dar esperanza y de demostrar que la institucionalidad sí puede.

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