El Juzgado Tercero Penal del Circuito de esta ciudad impuso una condena de 35 y 40 años en contra de cinco militares responsables de la masacre de una familia entera en la vereda Potosí de Cajamarca (Tolima), en 2004.
Según la investigación de un fiscal de Derechos Humanos y DIH, el 10 de abril de ese año, siete uniformados del Batallón de contraguerrillas Pijao, abrieron fuego indiscriminadamente contra cinco personas que salieron corriendo, pensado que eran subversivos que se encontraban en el sector, ya que días antes habían sostenido enfrentamientos. Sin embargo, luego se dieron cuenta de que eran civiles, y todos integrantes de la familia Mendoza Reyes, entre ellos dos menores, uno de 14 años y el otro de seis meses de nacido.
Durante el ataque de los uniformados perdieron la vida Albeiro Mendoza Reyes, Yamile Urueña Arango, el menor Julio César Santana Gutiérrez, el bebé Cristian Albeiro Mendoza Urueña y Norberto Mendoza Reyes, quien quedó herido y fue rematado para que no relatara lo sucedido.
De acuerdo con la providencia, no se pudo establecer por qué estas personas huían del lugar, pero se determinó que aunque era nula la visibilidad el día de la masacre y se habría prestado para alguna confusión, los militares no se identificaron como miembros del Ejército, ni fueron objeto de acciones en su contra, como para descargar sus armas de dotación por simple suposición.
Los soldados profesionales hoy condenados a la pena de 35 años de prisión y el pago de dos mil salarios mínimos legales mensuales vigentes, el equivalente a 996 millones de pesos, son: Noel Briñez Pérez, Jhon Jairo Vizcaya Rodríguez, Albeiro Pérez Duque y Luis Fernando Ramos Martínez.
La decisión también afecta al soldado profesional Jhon Jairo Guzmán Gallego, quien fue condenado a 40 años de prisión, por dispararle al único sobreviviente de la masacre, pese a su condición de herido.
En el mismo fallo, el Juez absolvió de toda responsabilidad al cabo tercero José Alejandro Gómez Acevedo y al soldado Jairo Sebastián Quintero Riaño, tras establecer que estos militares se encontraban en otro punto de la vereda y que sus armas no fueron disparadas.