Luego de tres años de espera, la madre de Marlon Enrique Ceballos González pudo recibir los restos de su hijo. Servidores adscritos al grupo de homicidios de la subdirección de Policía Judicial CTI Seccional Cesar y del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses hicieron entrega formal luego del proceso de identificación genética entre el asesinado y la señora Sixta Tulia Ceballos González.

El joven se encontraba desaparecido desde el 20 de octubre de 2012 cuando salió de su casa ubicada en el municipio de San Diego (Cesar) a las 5:00 de la mañana a trabajar como mototaxista.

Mediante labores investigativas, el 16 de marzo de 2013 se logró la ubicación de una osamenta en la finca Los José, en el sector de Los Barrancones, jurisdicción de San Diego (Cesar). La diligencia de inspección judicial técnica a cadáver permitió establecer que la víctima permaneció amarrada a un árbol hasta morir asfixiada.

El caso lo conoció el despacho de la Fiscalía 17 Seccional de Valledupar, que posteriormente, mediante labores investigativas y con ayuda de peritos expertos, determinó que se trataba de Ceballos González y que sería víctima de Luis Gregorio Ramírez Maestre, conocido como El Monstruo de Tenerife.

Esta persona fue catalogada como un asesino en serie que recorría el país y se ganaba la confianza de transportadores informales como los mototaxistas, a los que engañaba para que le hicieran servicios a zonas rurales y cuando estaba en lugares apartados los sometía, los amarraba a árboles y los dejaba morir asfixiados, ya que al tratar de zafarse, lo que hacía la persona en medio de su desesperación era apretar aún más los nudos.

Ramírez Maestre, natural de Valledupar (Cesar), de 32 años de edad, fue enviado a la prisión de máxima seguridad de Palo Gordo, en Girón (Santander), el 14 de diciembre de 2012, luego de que aceptara los cargos ante un juez de control de garantías de Barrancabermeja (Santander) por el asesinato de John Jairo Amador de La Rosa de 19 años, cuyo cadáver con señales de tortura apareció el 22 de mayo del 2012, en la vereda Tenerife, corregimiento El Centro, del Puerto Petrolero.

El homicida conservó siempre objetos de la víctima como una especie de trofeo, entre los que se encontraban cédulas, licencias de conducción y documentos en general de algunas de sus víctimas.

 

PAAM / AAEA