La tortura consiste en causar dolor o sufrimiento físico o psíquico a una persona. No es necesario que exista una huella en el cuerpo de la víctima para que este delito se configure, con acreditar la afectación severa se estaría ante una de las más graves violaciones a los derechos humanos.
Se trata de un delito que se configura cuando un individuo somete a una persona y le causa graves dolores y sufrimientos físicos o psíquicos.
Los actos de tortura, en algunos casos, son perpetrados para obtener información o una confesión por parte de la víctima.
En otras circunstancias son ejecutados para castigar a alguien porque supuestamente incurrió en una conducta que afecta al victimario.
O se recurre a este tipo de violencia extrema para intimidar y coaccionar a un ser humanos por motivos basados en cualquier tipo de discriminación.
De cualquier manera, este delito constituye una forma agravada y deliberada de trato cruel, inhumano o degradante.
La tortura puede presentarse en contextos de violencia intrafamiliar, conflicto armado, privación de la libertad u otras situaciones en las que una persona es llevada intencionalmente a sufrimientos físicos o psicológicos.
Este delito se expresa simplemente con acreditar el padecimiento intenso y la humillación que soportó la víctima no es necesario que exista un daño físico visible.
Todo acto de tortura, trato cruel, inhumano o degradante constituye una ofensa a la dignidad personal y es considerado como una violación a los derechos humanos.





