El delito de secuestro tiene un impacto profundo en la seguridad pública y en la vida de las víctimas y sus familias. Aunque muchas personas conocen el término, pocos saben cómo lo define la ley, cuáles son sus modalidades y por qué sus penas son tan severas. Comprender su alcance jurídico es clave para identificar riesgos.
Arrebatar, sustraer, retener u ocultar a una persona contra su voluntad, eso es secuestro.
Este delito se manifiesta de dos maneras: el secuestro simple, que consiste en la privación de la libertad de un ciudadano sin un fin económico, y contempla una pena entre los 12 y 20 años de prisión. Y el secuestro extorsivo, en el que en el que media una exigencia monetaria, de un bien, acción o servicio a cambio de la libertad de la víctima. Aquí la pena va de 26 a 42 años de prisión.
Hay agravantes que pueden elevar la sanción: si la víctima es menor de edad, está incapacitada, es servidor público, líder social o periodista, hay concurso con otros delitos como tortura o el tiempo de retención supera los 15 días.
El secuestro es uno de los crímenes más atroces contra un ser humano. Le quita autonomía, pone en riesgo su integridad y vida, lo aleja de sus seres queridos y de las actividades que quiere o le interesa hacer. Además, produce daños físicos y psicológicos de consideración, incluso irreversibles.
Es importante que conozcas de estos delitos para evitar que tus derechos sean vulnerados.





