Jhon Jairo Murillo Largo gozaba de una medida de aseguramiento que pocos pueden tener como lo es la domiciliaria, la cual le fue otorgada en junio de este año luego de ser detenido con otros presuntos integrantes de la banda La Soledad que delinquía en Dosquebradas (Risaralda), dedicada a la comercialización de estupefacientes.

Sin embargo, gracias a informaciones allegadas a la Fiscalía, que daban cuenta de que el procesado estaba violando esa medida y salía de su residencia sin ninguna restricción, llevó al ente acusador a que solicitara una orden de captura en su contra para que un juez de la República le revocara este beneficio.

Fue así como funcionarios del CTI en coordinación con unidades de la Policía Metropolitana de Pereira, lo sorprendieron en plena vía pública del barrio San Diego del municipio industrial, cuando se supone debía estar en su casa ubicada en el barrio Ensueño de esa misma localidad.

A Murillo Largo se le notificó entonces de una nueva orden de captura en su contra y ante un juzgado con funciones de control de garantías de Dosquebradas, la Fiscalía solicitó la revocatoria de la medida que tenía por la de intramuros, debido a que había material probatorio suficiente que demostraba que la violación de la detención domiciliaria.

Dicha medida le había sido impuesta por el Juzgado 5° Penal Municipal de Pereira, meses atrás, cuando fue detenido junto a 12 personas más por parte de funcionarios del CTI y la Policía mediante 11 diligencias de allanamiento y registro en la Comuna 8 de Dosquebradas.

El hombre de 28 años es investigado por los delitos de concierto para delinquir agravado y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, cometidos con la organización La Soledad, de la cual sus integrantes están a la espera de la audiencia de individualización de pena y sentencia.

El grupo tendría su centro de operaciones en el barrio que lleva el mismo nombre, el cual según las investigaciones lideradas por una Fiscalía Seccional de la capital risaraldense, se ha estructurado criminalmente con el pasar del tiempo, aprovisionándose de armas de fuego para blindar su accionar delictivo enmarcado en la comercialización de marihuana regular y tipo cripy, además de bazuco y heroína.

Los roles están definidos, encargándose algunos de la venta del estupefaciente, mientras que otros aprovisionan los expendios de la misma, trabajando de manera articulada como una empresa criminal que distribuye la droga en bicicleta para no levantar sospechas.

La dinámica del grupo extendió sus tentáculos a los 15 barrios que conforman la comuna mencionada, sin descartar injerencia en otros sectores limítrofes, geográficamente estratégicos, ubicados en partes altas del municipio, en donde establecerían sitios de camuflaje para armas de fuego y puntos de observación para detectar la presencia de personas que les generara desconfianza y por consiguiente arremeter violentamente contra ellas.

 

 

PAAM/DLBM