Un grupo de investigadores del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía de Cerrito (Valle del Cauca) asumió los actos urgentes y la investigación por el asesinato de Flor Ángela Castro Ávila, hermana del sacerdote, José Francisco Castro, de la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima de Tenerife, corregimiento de este municipio del centro del Valle del Cauca.
Los hechos ocurrieron el 2 de octubre último, cuando una vecina de la parroquia llegó hasta la casa cural para entregarle una razón a Flor Ángela Castro de su hermano José Francisco Castro, quien se encontraba en el municipio de Ginebra. El clérigo al ver que su hermana no le contestaba el celular decidió establecer qué pasaba.
Al llegar a la casa cural y tocar la puerta nadie respondió. Autorizada por el sacerdote, ingresó al interior por la puerta de la zona de atrás de la casa, la cual estaba sin seguro, encontrando tres habitaciones en desorden y en una de ellas a Flor Ángela Castro tirada en el suelo boca abajo con manchas de sangre en su ropa. De inmediato dio aviso a la Policía de la zona.
Por robo
Luego de las diligencias de inspección técnica al cadáver de la mujer de 64 años, se estableció, por parte de los expertos forenses de policía judicial, que la víctima presentaba múltiples heridas en la base anterior del cuello, en el pómulo izquierdo el antebrazo izquierdo, y el dorso de la mano derecha, lo que indica que trató de defenderse de las agresiones con arma cortopunzante. En su cuello portaba una cadena de oro con dos dijes.
Los investigadores encontraron en una de las habitaciones, sobre la cama, un puñal con empuñadora de pasta color negro, el cual estaba impregnado con manchas de sangre, y que habría sido utilizado para asesinar a la hermana del párroco.
Según declaraciones del clérigo, la víctima vivía en Jamundí, sur del Valle del Cauca, y viajaba hasta Cerrito los fines de semana para acompañarlo y ayudarlo en las labores religiosas en la parroquia.
Los ladrones no se llevaron objetos de valor, solo $200.000 que Flor Ángela Castro guardaba entre su ropa. Por labores de vecindario en el corregimiento, testigos aseguraron ver a dos jóvenes tratando de ingresar a la casa donde vive el párroco, por la parte de atrás e intentando forzar la puerta.
Los investigadores trabajan en la identificación de unas huellas encontradas en una manija del cerrojo de la puerta trasera, con manchas de sangre.
JGPV/DLBM