
Los avances en inteligencia artificial (IA) han traído grandes beneficios, pero también nuevos riesgos. Cada vez más, los ciberdelincuentes aprovechan estas tecnologías para crear rostros, voces y mensajes falsos que resultan casi imposibles de diferenciar de los reales.
A través de estas falsificaciones digitales, conocidas como deepfakes, logran suplantar identidades, pedir dinero o acceder a información privada. Una llamada urgente, un mensaje aparentemente familiar o un video convincente pueden ser parte de una estafa cuidadosamente elaborada.
La Fiscalía General de la Nación advierte sobre la importancia de verificar siempre la fuente de la información, dudar de solicitudes inesperadas y no compartir datos personales sin confirmar la identidad del remitente.





