Aunque la víctima se retractó de la denuncia sobre el ataque que por poco le causa la muerte, la justicia sostiene que el proceso continúa.
Los hechos relatados por un fiscal adscrito a la Dirección Seccional de Fiscalías de Bogotá, indican que Gustavo Urrego Martín llegaba con frecuencia llegaba a su casa en estado de embriaguez a golpear a su mujer porque le habían contado que ella le estaba siendo infiel.
En la madrugada del pasado 30 de septiembre luego de consumir varias botellas de licor y en avanzado estado de alicoramiento, supuestamente comenzó a reñir con su compañera sentimental porque la noche anterior no había llegado a dormir a su casa.
Aseguró el fiscal que Urrego la habría constreñido para que le dijera cómo estaba financiando sus gastos personales.
“Durante una hora la atacó con puño y patadas y luego le pedía perdón como loco”, indica la acusación.
Relató el delegado del ente acusador que el procesado cogió un cuchillo y comenzó a romper las sillas del apartamento, posteriormente en medio de gritos y súplicas la sometió a la fuerza y le pasó el cuchillo por el cuello.
“Cuando sintió que sangraba simuló estar muerta para salvar su vida, y mientras tanto, el agresor pretendía huir del lugar, pero logró ser capturado por la policía”, agregó el fiscal.
Sin embargo, tras estos hechos ocurridos hace menos de 4 meses, la víctima envió una carta tanto a la Fiscalía como al Consejo Superior de la Judicatura, en la que explicó que solo fue un asunto normal de pareja y que ella quería desistir de la denuncia y del proceso penal.
Por su parte, la Fiscalía mostró la jurisprudencia reciente sobre el tema, convenios internacionales de protección a la mujer, tratados de la Asamblea de las Naciones Unidas y decisiones de la convención Interamericana para la prevención de la violencia contra la mujer.
Por su parte el juez negó la pretensión de la defensa y acogió los argumentos del fiscal al señalar que el delito de feminicidio en cualquiera de sus modalidades así sea en grado de tentativa, no permite la suspensión de la persecución penal y por lo tanto debe continuar recluido en la cárcel la Picota en Bogotá.
CMRM / DLBM